Decía Beckett. Y nosotros queremos alimentar la locura sana del teatro. Por que a través de este, somos capaces de enfrentarnos a nuestros miedos, superar ridículos, conocer algunas de nuestras pasiones o gestionar todo ello para que no nos pueda.
Desde pequeños nos enseñan a tratar de ser mejores que otros; luchar durante el escollo del colegio para ser mejor que otros, y olvidar por un segundo que somos únicos. Nos enseñan análisis sintáctico, pero se olvida de imprimir ese carácter demencial a las palabras. No por que las palabras aleteen por si mismas. Si no para tratar de ser lo más preciso en la expresión. Se sabe que es un sujeto y un predicado, pero a la hora de «robar horas al día» los jóvenes se suelen reír. Y se suelen reír por entender que en la vida no hay poesía. Los mensajes deben ser directos, consumibles y efímeros.
Por eso esta foto nos emociona. Son manos de niños, incluso la del director (que no deja de ser un niño con 1,85 m.) que forman un círculo que podría ser un ciclo, o podría ser un sol, o podría ser una unión o podría ser lo que la locura quisiera que fuera.
Desde el cariño y el afecto, enseñamos que las palabras tienen una forma y un contenido, y por lo tanto, hay que respetarlas. Al igual que los cuerpos tienen formas y contenidos. Y queremos respetarlo.
Mientras tanto seguimos trabajando en Flores de España. El estreno, el 16 de Mayo en «Los Santos de la Humosa» a las 21:00.
Os esperamos.
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